HORIZONTES DISTANTES para MERIDIANO CULTURAL
Antonio Fernández Seoane, C.M.B.F., Radio Musical Nacional.
Aunque con una designación inglesa que se ha hecho sistemáticamente condenada por el autor de este comentario (dada una reiterada utilización de estos términos para un contexto cuya lengua materna es el idioma español y que hoy, precisamente, celebra junto a la comunidad mundial el Día del Idioma Español), lo cierto es que el título de la muestra de Dayron Gallardo se hace aceptable y hasta casi lógica por la apropiación del exacto nombre de una pieza musical que tanto le impresionó como para motivarle a realizar una suerte de poemario visual dentro de su más reciente producción plástico-artística que ahora ocupa sitio en la Galería de Arte “Teodoro Ramos Blanco”, del Cerro: FAR HORIZONS, o lo que es lo mismo HORIZONTES DISTANTES (con una fuerza sonora tremenda –como están escuchando- en su lectura castellana, en contraposición a la del seco sonido sajón).
FAR HORIZONS resulta, entonces, un despliegue de impresiones emocionales, autorreferenciales, vertido en algo así como de una estética paisajística de cierta hechura abstracta en seis piezas pictóricas que se hacen coherente narración en su museografía expositiva. Elegante en su diseño de exhibición, la muestra de Dayron Gallardo se nos entrega en una atmósfera suficientemente espaciada para el disfrute reflexivo, y con una equilibrada dinámica discursiva, a lo que contribuyen los diferente formatos de las obras que la integran: una línea descrita por su específica hechura en tal sentido, en una de sus paredes, con título “Ven conmigo, no al mar que bate y ruge, sino al bosque de rosas que hay al fondo de la selva” –en estructura “haikou”-, frente a la cual (en el otro extremo parietal) se ubica un diminuto punto, una pieza en tondo pequeño cuyo titular también se complementa con aquel: “Profundas selvas”, ambas piezas en acrílico, ésta sobre madera, aquella sobre lienzo…
En una narrativa (dentro de su ideoestética) que se vale de la voz fragmentada, las piezas de Dayron Gallardo para estos “distantes horizontes” se convierten en un canto interior que puja por salir para hacerse loa a la naturaleza misma y de ello, igualmente, dan prueba los restantes titulares de estas obras de impecable facturación técnica: “Bajo los viejos árboles con olor a silencio” / “Silencio de raíces en el jardín sin rosas” / “Solo bajo los astros” / “Perdóname, Dios” (esta última también en el intruso inglés), cuya unión consecutiva –como pueden estar oyendo- nos conduce a un pequeño poema de alabanzas para un posible paisaje que hemos contribuido a destruir y con el consecuente ruego por semejantes actos (quisiera interpretarlo así, aunque aquí sea por otras razones más personales) y que parten, insisto, de lo más profundo de un alma en la que ellos habitan quizás con radiantes florestas y quietos y dulces sonidos…
Una vez más, aunque de manera muy personal y algo diferente en la poética visual de Dayron Gallardo, el rotundo paisaje, ese que nace de las entrañas mismas de la tierra y del ánima emocionada y agradecida; horizontes estos que, no por distantes, se nos hacen muy cercanos y hasta reconocibles…
Far Horizons
Antonio Fernández Seoane
A comment for the program Meridiano cultural (Cultural Meridian)
Far Horizons is an unfolding of self- referential, emotional impressions, transferred to something like a landscaper aesthetics of certain abstract making in six pictorial pieces which turn into coherent narration in his museum-like exhibition. Dayron Gallardo´s sample, elegant in its exhibit design, is presented to us in a sufficiently spaced atmosphere, appropriate for thoughtful enjoyment and with a balanced discoursing dynamics, to which the different formats integrating it contribute. For example, a line described by its specific making in such sense, which is found on one of the walls, titled Come with me, not to the crashing and howling sea, but to the rose garden at the end of the jungle, — in “haiku” structure–, in front of which (on the other parietal extreme) one finds a tiny dot, a piece in small tondo whose title is also complemented with the other: Deep Jungles. Both pieces are in acrylic fibre: this one on wood, that one on canvas…
In a narrative which makes use of a fragmented voice (within his idea of aesthetics), the pieces of Dayron Gallardo for these “far horizons” become an inner song that struggles to come out so as to do the same to nature itself. The remaining titles of these works of impeccable technical making give proof of this: Under the old trees smelling of silence/ The silence of roots in a garden without roses / Only under the stars / Forgive me, God (this last one also in intruding English) whose consecutive union – as you may hear—lead us to a small poem praising a possible landscape which we have contributed to destroy and with the consequent prayer for such acts. (I would like to interpret it like this, although it may be so here for other more personal reasons), which spring, I insist, from the deepest part of a soul in which they inhabit, perhaps with radiant forests and quiet and sweet sounds…
Once again, although in a very personal way, somewhat different from the visual poetics of Dayron Gallardo, the resounding landscape, that which springs from the very bowels of the earth and from the grateful soul, full of emotion; horizons which, though distant, become very close to us and even recognizable…